lunes, 24 de noviembre de 2008

Carta abierta a la comunidad universitaria respecto al “Manifiesto. Para que la Universidad viva”

Carta abierta a la comunidad universitaria respecto al “Manifiesto. Para que la Universidad viva” de junio de 2006

Palabras con sentido

He leído con mucho detenimiento el “Manifiesto” y encuentro palabras (Libertad y Democracia, igualdad, fraternidad y futuro, por ejemplo) cuyos conceptos bien definidos, entendidos y compartidos, cumplidos y defendidos por todos serían claves para asegurar un brillante y útil devenir social de la Universidad Pública.

Si no es así, estas palabras, que usan conjuntamente en su comunicado para esta sociedad (que oculta o rebaja la gravedad de la violencia con eufemismos), no pasarán de ser meros placebos sin sentido que solo servirán para mitigar temporalmente la anómala situación de miedo y de amenazas, de indiferencia y sin norte, sin Democracia participativa ni Libertad, de hacinamiento y exceso de responsabilidades ante las desigualdades y sin recursos para suplirlas con excelencia, que vive actualmente la universidad.

Participar en la rehabilitación y reinserción de hombres involucrados en la violencia, desarrollando y aplicando una pedagogía para reeducar para la Libertad y la Democracia, pero de verdad, con éxito en la mayoría de los casos, sin mentirnos ni mentirle a la sociedad ni a los afectados, sería un hermoso papel de la Universidad Pública. Pero, la Universidad no puede darse el lujo de graduar a quien no se lo merece, a quien no tiene ni quiere tener ni recuperar una ética de comportamiento.

La Universidad no puede engañar y engañarse con la lujuriosa dispensación de diplomas por asistencia a cursos sin ton ni son, como lo hace actualmente, degradando su buena imagen y ensuciando su historia. Ser egresado de la Universidad Pública es un honor que cuesta. ¿Acaso es actualmente o la quieren convertir en una universidad negocio que cambia diplomas por dinero y en una universidad mampara de las injusticias?

El orgullo de ser sus egresados no nos lo pueden quitar al igualarnos con cualquiera que pague por asistir a una conferencia o a un curso informativo sobre cualquier materia o a la pantomima de un lavado de manos o de culpas falso, hipócrita, para engañar a la sociedad y poder seguir ensañados con las pobres víctimas, sin justicia, ni verdad ni compensación.

El papel fundamental de la Universidad Pública en un país como el nuestro es universalizar la Educación, hacer realidad el derecho a la Educación, democratizando el conocimiento, la ciencia y la tecnología; en su papel no puede abandonar la Educación del pueblo para dedicarse a la ciencia y la tecnología con el objetivo de consolidar los privilegios de la clase dominante y explotadora, perpetuando la ignominia y la injusticia degradante de la lucha de clases, que no son imaginarios sino reales enemigos (verdaderos “castigos en la tierra”, que debemos erradicar evolucionando).

Los acompaño de todo corazón, con alma, vida y sombrero, en su urgencia y empeño de construir una democracia universitaria, pues la magnitud de su degeneración la viví en carne propia en la pantomima y sucio proceso de elección de rector 2006-2009 en el que acabo de participar y del cual aún no me repongo. No salgo de la sorpresa del asalto a mi buena fe. Aprovechando la convocatoria para elegir el representante de los egresados al Consejo Superior, deberíamos poner sobre el tapete lo de la democracia y la autonomía universitaria, asegurándolas y fortaleciéndolas al modificar la composición y el funcionamiento del Consejo Superior sin demagogia ni trabas, permitiendo y motivando la participación de todos los estamentos de la sociedad, interesados y comprometidos, comenzando por los estudiantes.

Para mí es increíble que la indiferencia de la comunidad universitaria y las mañas de los importantes funcionarios que manipularon y decidieron el asunto de elección de rector hayan llegado a tales extremos. Con razón hablan implícitamente de permitir la connivencia con los extremos, con el bien y el mal, cuando hablan como si nada en este Manifiesto, por ejemplo, de “pluralidad que no excluye sino que converge”, con la que insinúan una condescendiente servidumbre voluntaria con lo delictuoso, que exige, todo lo contrario, un rechazo absoluto y tajante.

Yo creo que el delito, la irracionalidad, la fuerza y los fanatismos ponen límites a la “convergencia”. Yo creo que existen principios y valores que no son negociables, en los que no se debe ni se puede ceder. Principios y valores que no se dejan mezclar con sus contrarios, que son incompatibles. Principios y valores en los que se debe Educar. Principios y valores que se deben enseñar y ejemplificar, respetar y defender, hasta con la vida.

En la construcción, consolidación y práctica de una verdadera Democracia no hay, no puede haber, violencia, ni amenazas ni trampas hipócritas.

Libre (de acuerdo con mi definición), racional, solidario y con sentido de pertenencia los acompaño y les manifiesto mi “profundo respeto por las distintas posiciones y creencias”, pero dirigidos hacia la búsqueda de la verdad, del conocimiento y de la excelencia para la evolución de la especie, para la evolución humanista, que son nuestro camino y fin últimos.

Universitario y amigo
Esteban Elías Correa Posada, eco katío
Liceísta y Químico Farmacéutico de la Universidad de Antioquia

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