La esclavitud del silencio obligado
Amigos
y prójimos: los hampones, y fanatizados además, con dos, tres o más
aberraciones, más drogas, incrustados en los poderes civiles, militares,
económicos, judiciales, legislativos, ejecutivos, empresariales, políticos y
religiosos, no solo nos impusieron la comprensión y la tolerancia equivocadas
sino que nos están imponiendo y universalizando sus caprichos, vicios y
anormalidades ¡”legalmente”! (para acabar de ajustar); caprichos, vicios y
anormalidades a los que únicamente debemos y tenemos que permitir, compartir,
alabar o respetar pues, si no, infringimos la “ley”; y a los que, jamás, por
ningún motivo, podemos criticar y mucho menos impedir, estigmatizar, segregar o
apartar de nuestras vidas.
En este
momento histórico estamos invirtiendo todo: los anormales están imponiendo las
leyes, las normas, las modas, los castigos, las marginaciones y, los escasos normales,
estamos amordazados padeciendo el síndrome de discriminación por, ahora, pasar
a anormales. Los “valores” que hoy
reinan son los antivalores. Por ejemplo, prima el libertinaje en vez de la
Libertad, la que ni siquiera alcanzó a definirse consensualmente, y ya, ¿quién
sabe si habrá tiempo para hacerlo y para practicarla? Hoy, los Libres, Racionales,
Solidarios y Capaces, aunque no perfectos, somos mirados y tratados como animales
ponzoñosos y despreciables.
Si
el mundo de la especie humana avanzaba muy temprano y vertiginosamente hacia su
destrucción por el contagio de las aberraciones habituales por el dinero y el
poder -con los que abusaba de la abundante ignorancia inducida, haciendo más y
más débiles e indefensos a los pueblos-, ahora, con la salida masiva de los
armarios, con el contagio pandémico y con la impunidad asegurada por los cómplices
tocayos ubicados en los puestos de poder de todos los segmentos sociales,
formando una telaraña universal de un ejército secreto que comulga con los
mismos antivalores, hemos quedado apresados en sus redes, y la velocidad hacia
el fin ha entrado en aceleración constante sin límite ni freno a la mano.
Cada
normal se va quedando marginado y cada vez más solo, sin con quién hablar,
estigmatizado cruelmente, acurrucado, como un sujeto despreciable, condenado a
agonizar y a morir sufriendo lentamente la tortura de ver y sentir, impotente, este
moderno circo romano destruyendo y destruyéndose con frenesí orgiástico
imparable.
¿Cómo
se te ocurre ser normal y legítimo, libre, hoy, aquí, en esta época… en la que
el libertinaje –que jamás libertad- se ha impuesto y reina?
Parece
que Rusia es la única nación que se ha dado cuenta de esto, de esta enfermedad
degenerativa silenciosa que se ha expandido por todo el planeta, y que quiere
enfrentar, evitar y poner freno al avance desaforado y envalentonado del reino
invasor del libertinaje-permisividad-anormalidad… mostrando al “comportamiento
natural normal en valores” como si fuera la enfermedad detestable e imposible.
¡Con
cuánta facilidad y rapidez pasamos del segregacionismo y persecución inhumanas
de los fanatismos intolerantes al reino del totalitarismo impuesto por los ayer
perseguidos con saña! Parece una venganza macabra. En ningún caso civilización
debida y correspondiente. Contra hipocresía enfermiza el más atrevido y
descarnado cinismo. Los dos extremos ofenden e impiden la evolución potencial
debida.
eco katío manguruma nasa, agosto 27 2013
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