Jorge Hernán y amigos, estremecido saludo.
Ese insólito acto del señor Juan Manuel, al que se refiere esa carta adjunta, a mi parecer, tiene otros enfoques más humanos, más dicientes, más sociales, más educativos, más evolutivos… que el militar y el personal que destilando odio desarrolla el escribiente Arango, pues lo meramente civil es mucho más importante que lo militar que, realmente, debería pertenecer a una era de las cavernas salvajes y sanguinarias que la humanidad no ha podido superar. Pienso que la dignidad de humano -que no se ha podido alcanzar, gracias precisamente a las guerras interminables y a los tales desfiles pasados de moda pero perpetuados por los que se mantienen en el poder corrupto gracias a ellos y a la “seguridad privada” inventada e impuesta contra todas las Constituciones- es lo importante y lo que debería primar.
Ya muchos sabemos que el heroísmo y el honor militar de Alejandro, por ejemplo, no fue tal. Solo fue un cobarde criminal que mataba los animales de los campesinos pacíficos y sorprendidos, a los que también mataban o enrolaban, violándoles hijas y mujer y saqueándoles su comida y todas sus pertenencias en su afán de invasión y de conquista rapando lo ajeno que no le pertenecía. ¿Cuál admirable héroe puede ser ese sinvergüenza? Lo mismo que Colón, igual que Bush… y que todos los demás de la historia (esa cochinada de historia –Rumsfeliana, Hitleriana…- que debería ser enseñada como algo vituperable y vergonzoso que deberíamos cargar y superar como un estigma imborrable para no repetirla jamás… que es lo que vemos que no están haciendo pues están repitiendo aún hoy los corruptos, los imitadores de esos sinvergüenzas que consideran héroes a esos criminales que manipulan a la humanidad como les da la gana, destruyendo el planeta y el futuro además). Por otra parte, ¿de cuál “patria” hablan? ¿Acaso de la que reniegan, traicionan y venden todos los días por jugosas comisiones como está pasando con las semillas y los germoplasmas nuestros, con la Salud Pública, con el oro, el petróleo y las aguas; con los bosques de maderas y biodiversidad preciosas; con el arrinconamiento, despojo, amansamiento, contagio y extinción de nuestros antepasados originales; con Une e Isagen; con la Flota Mercante, con Aces, con el Banco Cafetero, Con los Puertos, Con la Información y los Correos y carreteras, con los mares y con los ferrocarriles, con los basureros, con Telecom, con el Coltan y con las esmeraldas y con el carbón, etcétera, etcétera, y, por último, con las tierras y con los campesinos y con los obreros a quienes solo les están dejando dos opciones: a) la miseria cruda de los desplazados errantes y b) la miseria uniformada y armada, oficial o privada, servil, con la barriga llena, para defenderlos y perpetuarlos en el poder corrupto y expoliador, enfrentando, amedrentando, golpeando y matando a sus amigos y familiares con el disfraz mentiroso de “los más educados”, pues a los ignorantes les encanta que los engañen con circos y caramelos.
Pobrecitos. A los que sueñan con ser “padres y madres” hoy, más les valdría ser Herodes a tiempo que parirlos para entregar a sus hijos para alimentar y engrosar las filas de esos ejércitos de pordioseros incapaces o de uniformados, esclavos, obreros, gerentes y politiqueros corruptos… embriagados en esta orgía destructora y antihumana que niega la civilización soñada.
Tener un hijo hoy, es asegurarle y asegurarse una múltiple e infeliz tragedia. Podría decir, “se acordarán de mí”… pero, ¿para qué?
Al señor Arango B. le faltaron gafas y altura. Se niveló con el ridículo JM. Además, se le olvidó el único soldadito honorable que figura en un rinconcito de la historia: el honrado Pedro Pascasio Martínez, el único milico insobornable que figura en la historia.
eco katío manguruma nasa
De: JORGE HERNAN ARISTIZABAL MEJIA
CARTA AL PRESIDENTE JMS DEL ALMIRANTE ARANGO cco/c socio
JUAN MANUEL SANTOS CALDERÓN
PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA
Bogotá DC
Señor Presidente:
Escribo esta carta abierta con la plena seguridad que usted no la leerá, cosa que la verdad sea dicha es lo que menos me importa ya que aunque va dirigida a su merced, esta no es más que una manera de protestar por la manera vil y grosera con la que el día 20 de julio de 2013 ofendió tan gravemente el honor militar, valioso activo que llevo y llevare siempre en mí, aun cuando ya hayan pasado más de 20 años de haber prestado mi servicio a la patria. Y ofendió ese honor no una, sino varias veces en un solo día.
En la magna fecha de conmemoración de nuestro grito de independencia ha sido usanza que los colombianos le rindamos un merecido homenaje a nuestras gloriosas Fuerzas Armadas asistiendo a los diferentes desfiles y paradas que se llevan a cabo en muchas ciudades del país donde el protagonismo total debe ser de ellas, ya que fueron precisamente sus armas las que nos elevaron a categoría de nación soberana después de haber sido una colonia española. El presidente de turno, si bien es el comandante supremo de nuestras fuerzas, debe abstenerse de reclamar protagonismo alguno ese día, ya que las personas van y vienen y nunca pueden estar por encima de las instituciones y más si como en su caso particular, se lo digo con toda sinceridad, es usted un accidente en nuestra vida republicana que nunca debió haber sucedido.
Como era de esperarse, en uso de su inmenso ego aderezado por la torpeza y el deshonor se atrevió a poner bajo la bota de su hijo Esteban a todos y cada uno de los integrantes de las Fuerzas Armadas cuando decidió ponerlo a marchar con el sagrado cuerpo de las fuerzas especiales del ejército, del cual este soldado bachiller no es orgánico. Entiendo que las cámaras puestas sobre usted son una inmensa tentación y que presentar al hijo del presidente como héroe de guerra, lo que claramente no es, es algo que lo hace ahogarse en saliva, pero no señor presidente, ese vacuo regalo que se dio no vale ni la milésima parte de lo que vale el honor militar y no justifica el haberlo utilizado para favorecer la deteriorada imagen de su persona.
Como si lo anterior fuera un simple albur, comete la ridícula impertinencia de detener el desfile para darle sendos besos en la mejilla a su muchacho quien procazmente se encontraba formando a la derecha de superiores jerárquicos, cosa completamente inaceptable para quienes conocemos de la ética y la mística militares. Y eso que no quiero ahondar en la forma como su hijo (presumiblemente manipulado por usted) y los medios corrompidos mancillan la memoria de dieciséis bravos llaneros, algunos venezolanos y otros granadinos, al auto proclamarse él y ser proclamado por ellos como Lancero sin serlo. No sé si es que a usted le parece que un soldado bachiller que no hizo el curso, puede portar el parche con el nombre que le fue dado a Ramón Nonato Pérez, a Bonifacio Gutiérrez, a Inocencio Chincá y a Juan José Rondón, Lanceros por antonomasia.
Y aun cuando lo que le comento en los párrafos anteriores es grave, quise dejar lo verdaderamente doloroso para el final. Mientras usted se deshacía en almíbar ante su hijo, en el territorio nacional los narcoterroristas que mimosamente consiente en Cuba, mediante los fusiles de sus peones, asesinaron vilmente a 21 verdaderos héroes de la nación sin que esto le mereciera a usted unas líneas en su aletargante discurso de instalación del Congreso donde, sobre los cadáveres aun tibios de nuestros muchachos, espetó usted esta maravillosa frase: “Me la juego toda por la paz”. Está bien señor presidente, juéguesela por su paz, pero por favor, no apueste en ese póquer con la sangre de los colombianos de bien; eso en correcto castellano se llama bellaquería. Más tarde exhorta usted al cuerpo militar y policial en un tono por demás enérgico a seguir disparando hasta que se logre el fin del conflicto; bonitas palabras, pero cuénteme ¿cómo va usted a motivar a un soldado para que combata a quien mañana será el implacable y parcializado juez que lo va a convertir en presea para los terroristas? Cójame ese trompo en la uña a ver si taratatea y no me vaya a decir que su merced está comprometido con la seguridad jurídica de nuestros gloriosos guerreros porque sin ir más lejos, ha permitido que los bandidos, hoy convertidos en alcaldes, en representantes a la cámara perfectamente vestidos y engafados y en colectivos de abogados mantengan injustamente en una prisión a mi General Uscátegui y a mi Coronel Plazas Vega. Eso que se lo crea Zuleta, yo no.
Me despido por ahora señor presidente manifestándole mi completa decepción por su indigno proceder y esperando en Dios que su mandato termine pronto y pase a los anales de la nación como lo que es, un accidente en la vida republicana que nunca debió suceder.Alm. (r) ARANGO B
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