“Dejad que los niños
vengan a mí”
Decidí atender solo a los que
tuvieran uso de razón y sentido común. Y
mi casa se llenó y fue rodeada.
Sin
embargo, el mundo seguía de tumbo en tumbo y de mal en peor. Inexplicable
y absurdamente.
¿Por qué?
No es inteligente la inteligencia
dedicada a destruir la casa y a alejar al ser humano de realizar su verdadera y
mejor potencialidad.
¡Cómo
va a ser inteligente una inteligencia que se niega a buscar los elementos que
nos caracterizan o deberían caracterizar y a definirlos con exactitud y por
consenso como verdades ineludibles y evolucionistas!
Yo pertenezco al Universo o a la
Dimensión de los insatisfechos: 1) consigo mismo, 2) con lo que me impusieron y
adhirieron aprovechándose de mí indefensión por ignorancia natural, y 3) con lo
que me rodea.
Lo
primero y lo segundo he logrado cambiarlo y mejorarlo casi todo, menos la
insatisfacción permanente y las cicatrices profundas y permanentes que me
quedaron.
Lo
tercero, no reacciona ni desaparece, terrible, empeora y me lesiona.
“Dejad que los niños vengan a mí”,
disfrutan todos los malvados y aprovechados tiranos del mundo (léase hombres y
mujeres adultos) que, de este modo y dañando esta indefensa y maleable materia
prima, eternizan la esclavitud, las guerras y la degeneración de la especie
inteligente en el mundo, en el universo… como tradiciones, costumbres, hábitos…
cantados, alabados y dizque loables. ¿Quién cambia o puede cambiar su forma
impuesta después de moldeada y secada, sin destruirse o desfigurarse
gravemente?
Y la Educación LiRScHA apenas acaba de nacer en algún lugar del Universo… y no se conoce.
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