Incumplimiento de la Ley 23 de 1962, de la farmacia, iatrogenia,
impunidad y otros efectos perniciosos y fatales para el pueblo
La
propia Corte Constitucional ha impartido a los gobiernos de Uribe y Santos
varias órdenes para que controlen los precios. Ambos gobiernos se dedicaron a
dilatar esas órdenes para no cumplirlas. A nadie han arrestado por desacato.
No es por bajarles el ánimo, pero la situación, lejos de mejorar, está empeorando. Lo que se aprobó en la reciente reforma de la salud, hace unos cuantos días, es otra burla a la gente: volvieron a dejar para el futuro la solución del problema. El artículo 23 de esa ley (magnífica coincidencia con la Ley 23 de 1962, que no se ha cumplido ni un segundo) dice que “el Gobierno establecerá una política farmacéutica nacional” y que “se regulará el precio de los medicamentos”. Dice un periodista por fin.
No es por bajarles el ánimo, pero la situación, lejos de mejorar, está empeorando. Lo que se aprobó en la reciente reforma de la salud, hace unos cuantos días, es otra burla a la gente: volvieron a dejar para el futuro la solución del problema. El artículo 23 de esa ley (magnífica coincidencia con la Ley 23 de 1962, que no se ha cumplido ni un segundo) dice que “el Gobierno establecerá una política farmacéutica nacional” y que “se regulará el precio de los medicamentos”. Dice un periodista por fin.
Jairo
Alarcón, un biólogo de la Universidad de Antioquia, enloquecido por tanta
ciencia falsa (como la del venenoso acetaminofen inyectable) que está de moda
en mi universidad y en la “ciudad campeona mundial de la innovación”, ha sido
detenido y llevado a un manicomio cuando insistía obsesionado en manejar un
avión sin saber ni ser piloto, intentando sobornar al personal del aeropuerto
ofreciéndoles puestos de auxiliar de vuelo, de copiloto, de azafatas y demás
puestos de personal administrativo, con tanta convicción que ya había
convencido a unos pasajeros ingenuos de volar con él como piloto, y sosteniendo
que lo había mandado, bendecido y autorizado una “médica” (título con el que
aparece en internet) judeo-palestina llamada Lavive Rebage Moisés que, algunos
dicen, participó como espía en el comité que dinamitó, fragmentó, destruyó y
plagió a la Cooperativa Nacional de Q. F. llevándose la idea para que la
desarrollara, cambiando su objeto social, el Hospital Universitario que,
convertido en empresa farmacéutica, él sí puede, ilegalmente, industrializar
“sueros, alimentos y medicamentos” con el mercado amarrado a sus entrañas; y
que, en el comité de ética, dinamitó, fragmentó y destruyó, junto con Valencia
Jaramillo, al honorable y glorioso partido liberal colombiano, del que solo
quedan cenizas y los pobres (en ideas, digo) Guerras, Simón y su papá. Bienvenido
“Bigote” Serpa, ah, y esos Samperes payasos que lo hacen reír a uno del llanto
que producen al verlos cargar elefantes a sus espaldas.
Todo al revés. Los farmacéuticos no
saben qué es ni qué hacer con la farmacia usurpada y malograda en Colombia,
pero un biólogo sí sabe qué hacer con ella y por dónde encaminarnos. Lo que no
saben ni los padres de la patria que han aprobado la nueva ley de salud con el
mismo sonsonete de siempre: “el gobierno elaborará una POLÍTICA FARMACÉUTICA
NACIONAL”. Un chicharrón de 51 años de crímenes incontables e impunes. Iatrogenia
innumerable e impune. Y la “fuerte” de la universidad lo apoya y los apoya. Y
esa “fuerte” no le aclara a sus cargaladrillos si es médica o si es
farmacéutica o qué es. Y si ella sabe qué es ser farmacéutico y cómo se puede ejercer
debidamente en Colombia, por qué no asume la decanatura de esa pobre facultad y
nos lo demuestra y enfrenta y demanda al Estado que ha incumplido durante 51
años la Ley 23 de 1962 y pone al hospital en el hospital y a los farmacéuticos
en sus propias farmacias y laboratorios. ¿Por qué, con todo ese poder que tiene
en el liberalismo y en la universidad, no hace detener y conminar al señor
Alarcón por intentar ejercer la Farmacia ilegalmente, ilegítimamente? Pues
sabemos que ya repartió los puestos de la burocracia entre los profesores que dizque
lo apoyan. Profesores que no saben ni dónde están parados ya que por qué no
aspiran ellos a esa decanatura si son farmacéuticos. Escuchamos sus propuestas
e ideas. ¿Qué enseñarán esos pobres y ridículos profesores, siervos
voluntarios, seguramente amparadores de farmacias de usurpadores para redondear
sus sueldos? ¿Y a la señora del Invima? ¿Y a los Rodríguez Orejuela con sus
Rebajas y laboratorios, a los que debe conocer muy bien por lo de los elefantes
aquellos? Y a los almacenes de cadena y a las cadenas de farmacias y
droguerías. ¿Por qué no los enfrenta y pone en su lugar esa señora tan “fuerte”?
¿Por qué le tienen miedo algunos profesores a esta señora si no es nada con
ellos? ¿Qué relación tan fuerte tiene esta señora con el señor rector? Estamos
locos dice la loca.
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