lunes, 3 de febrero de 2014

No hay nada más frustrante que ver a un alemán con los ojos desorbitados gritando gol. ¡Qué decepción!

No hay nada más frustrante que ver a un alemán con los ojos desorbitados gritando gol. ¡Qué decepción!

No hay nada más frustrante que ver a un alemán con los ojos desorbitados gritando gol. ¡Qué decepción!                                                                                                                                                                                Diálogo y elucubraciones inspirados en la película “Uvas de la ira” ante la infinita variedad de crímenes contra los pobres y contra la Humanidad SIN RESPONSABLE Y SIN JUSTICIA. Escudados en “asociaciones ANÓNIMAS para delinquir” con honores e impunidad. Pero qué otro resultado se podía esperar de un mundo así, en el que el 4% de los alemanes es analfabeta, en el que la UNESCO reconoce por fin el fracaso de la pantomima de “educación universal”, en el que el 95% de los alemanes llena los estadios de futbol… ¡y no hay nada más ridículo y deplorable que ver a una masa de compatriotas de Schopenhauer, de Nietzche y de Marx, enloquecidos, manipulados, ebrios y frenéticos gritando “gol”, estremeciéndolos en sus tumbas! No lo pueden creer: los “superiores” igual de “inferiores”. De filósofos y excelentes músicos a populacho asistente al moderno “circo romano”:

El patriarca, enfurecido, se rebela ante el que han enviado para informarles del desahucio, junto a su hijo, que amenaza con una denuncia. Merece la pena reproducir el diálogo:
Hijo: ¿De quién es la culpa?
Agente: Ya sabes quién es el dueño de la tierra 
y de tu casa. La Sarmiento, Slim y compañía s. a.
Padre: ¿Y quién es 
Sarmiento, Slim y compañía s. a.?
Agente: No es nadie. Es una empresa.
Hijo: ¿Tienen un presidente, no? ¿Tienen alguien que sepa para qué es 
y cómo les puede afectar una denuncia?
Agente: Oh, chico, no es culpa suya, porque la 
compañía le dice qué es lo que tiene que hacer.
Hijo: Muy bien, dónde está 
la compañía?
Agente: En 
USA. ¿Para qué tomarla con ella? Allí no hay nadie excepto el administrador. Y ya está medio loco tratando de cumplir con las órdenes que llegan del Bilderberg.
Hijo: Entonces, a quién 
denunciamos y demandamos?
Agente: Amigo, no lo sé. Si lo supiera, te lo diría.
Mulrey, el patriarca expulsado, también ha 
sufrido un drama sin aparentes culpables. Ante las preguntas de Tom, afirma que el origen del desastre ha sido el viento “soplando año tras año. Destruyendo la tierra. Llevándose las cosechas. Y llevándosenos ahora a nosotros”.
Ford y su guionista se preocupan y compadecen de las víctimas, sin denotar culpables mayores. Como decíamos, no pueden sortear el retrato de la crudeza de quienes se aprovechan de la situación, aunque no quieren ascender más en la cadena de responsabilidades.

Es innegable que esta abstracción, ese tinte de desgracia a la que no se puede poner rostro, tiene potencial de impotencia y resignación.                                                                                                                                                         
Reverberan los aspectos dramáticos, trágicos (una familia contra fuerzas mayores y desconocidas), en donde Mulrey, iluminado con expresión casi de locura, afirma que la culpa es del viento.                                                                                

Incluso se podría pensar que esa distancia de un análisis social/ideológico es lo que hace al filme un mero panfleto, sin vigencia ni fuerza.
De todos modos, 
Las uvas de la ira, pese a su indecisión, posee un buen puñado de momentos que la hacen única, y merecedora de una mirada atenta, sin necesidad de mitificación, pues le faltó compromiso.

eco katío manguruma nasa

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