lunes, 17 de junio de 2013

¿Qué extraño poder ejerce Lavive Rebaje sobre el rector de la Universidad de Antioquia?

¿Qué extraño poder ejerce Lavive Rebaje sobre el rector de la Universidad de Antioquia?


¿Qué extraño poder ejerce Lavive Rebaje sobre el rector de la Universidad de Antioquia o que intereses, objetivos o errores secretos comparten desde hace tanto tiempo? ¿O con el Consejo Superior de la Universidad?

¿Tiempo en el que han llevado al deplorable estado comatoso actual a la Facultad de Química farmacéutica, por sus malos tratos, por su falta de planeación y de objetivos, por su ausencia de objetividad e incapacidad para tener presente la fortuna de la realidad florística colombiana, que podría ser la madre de una farmacia médica terapéutica y preventiva de inimaginables proporciones?

¿A quiénes les sirven y les obedecen estos dos personajes?

¿Cuáles son sus verdaderas intenciones y cuáles son sus verdaderos intereses y prioridades?

¿Quiénes han sido sus cómplices y sus mediocres fichas docentes o políticas dentro y fuera de la facultad, fichas que, con otros rectores y decanos, jamás habrían podido mantenerse socavando, desde adentro y desde afuera, a la profesión más útil y bella del mundo?

¿Por qué la facultad no pudo convertirse en un enorme y benéfico laboratorio de producción de sueros y de productos farmacéuticos… y el Hospital, cuya misión y vocación es otra, sí?

¿No sería dinamitando y plagiando (¿robando?) el bello sueño de COON.Q.F. que comenzamos y que no tuvo ningún apoyo de ella, ni de la rectoría de ese tiempo, ni de la Universidad, ni del Hospital ni de las Facultades de Farmacia y mucho menos de Medicina?

¿Será que la mirada retrospectiva y con todas las pruebas, recuperadas del olvido y de la basura, en mis manos, nos permite acercarnos a descifrar los misterios de tantos porqués de traiciones, de calumnias, de malas referencias, de mal ambiente en contra mía, de los errores cometidos debidos, a los que, en esas circunstancias sin salida y sin futuro, me obligaron, y de amistades que tomaron otros rumbos y que, al mismo tiempo, salvaron mi vida amenazada, al creer que con la derrota, el exilio y el retiro aparente de mi profesión, yo jamás iba a volver a ejercerla y a molestarlos con mi presencia y con mis ideas humanistas y Éticas?

¿Creyeron que con la Ley 212 del 95, ese esperpento hecho por esclavos para esclavos, iban a tumbar y a remplazar la maravillosa Ley 23 de 1962, una verdadera obra de sabiduría y de evolución humana del gran Q. F., Cornelio Celis Portela, Ley que, desafortunadamente, no ha sido cumplida ni un solo minuto desde que se firmó y publicó, y que, de efecto positivo, solo tuvo la intención de un ministro (como consta en uno de los periódicos historia de Q. F., que recuperamos para desgracia de los enemigos del progreso) que quiso desarrollar la Farmacia Nacional, una sola intención de buena voluntad que enseguida fue borrada para siempre, hasta el día de hoy?

¿Tendrían, también y nada raro, algo que ver con ese macabro proyecto de ley, de Bernardo Alejandro Guerra, politiquero como ellos, que extinguía para siempre a la hermosa Farmacia Magistral, arrebatándola de nuestras manos, convirtiéndola en campo de acción exclusiva de los usurpadores como lo lograron y están con la Farmacia Comercial y la Industrial y con la Investigativa y domeñando y asalariando a la del Seguimiento y Asesoría Farmacoterapéutica?

¿Será que la histeria y el horror que hoy reinan entre los diversos estamentos de la Facultad por la intención de Lavive de “nombrar” como decano a un personajillo extraño a la profesión para que la acabe de sepultar, se hará realidad?

Yo pregunto, ¿por qué la primera condición para ser Decano o Director del Invima no es la de ser Farmacéutico graduado en una Universidad Pública reconocida, como lo manda la Ley 23 de 1962, tajantemente, para poder ejercer la profesión en cualquiera de sus campos propios?

¿O es que ser decano o dirigir los destinos de lo farmacéutico nacional no es ejercer la profesión en un campo propio, también?

¿Cómo va a manejar un avión alguien que no es piloto?

¿Por qué se priorizan “doctorados” chimbos sobre vocación, dotes, pasiones, experiencia y desempeños y logros que ameritan y acreditan a un profesional capaz y con ideas para enseñar qué es la farmacia y cuáles son los indispensables e impresionantes campos en los que actúa y puede actuar siempre y cuando se le estimule y no se le torpedeen ni se le usurpen sus campos de acción?

¿Por qué buscan minimizarnos y acomplejarnos más con la tal “recertificación” que desconoce, de entrada, los innumerables campos que conforman el cuerpo de lo farmacéutico; en vez de conocer y valorar las realizaciones y desempeños de cada cual… contra viento y marea y contra el INCUMPLIMIENTO TOTAL DE LA LEY 23 DE 1962 DURANTE 51 AÑOS, por lo que nos deben, a la sociedad y a nosotros, indemnizar y comenzar a cumplir estrictamente esa ley; y contra la carencia de estímulos, ayudas, asesorías, motivaciones, desafíos, concursos, premios para y por logros en la Farmacia y en la salud Pública?

¿Acaso la Universidad no está llena de “doctores” chimbos que no hacen nada y que la tienen postrada, mientras la sostienen y la mantienen funcionando con la mayoría de profesores de cátedra, mal tratados, despreciados, “pordebajiados” y explotados? Si no fuera por ellos, la Universidad ya habría desaparecido.

¡Yo tuve, conocí y conozco profesores de cátedra, verdaderos docentes, maestros, con capacidad y mística, que les llevan años luz a esos “doctores” vagos que no tienen ni idea de por qué están en la universidad… tomando tinto y mamando gallo!

¡Para una verdadera Educación Pública Superior LiRScA, esta sociedad requiere que dejen de mamar de la Universidad estos “doctores” y que a los buenos profesores de cátedra que demuestren serlo, los vinculen de tiempo completo y dedicación exclusiva, sin mandarlos ni exigirles el ir a doctorarse en vagancia, soberbia e inutilidad social!

¡Preferimos y es preferible que un estudiante con vocación farmacéutica sea el decano que esa rémora extraña que quiere imponer Lavive sin ninguna autoridad, como conquistadora de algo que no le pertenece ni le incumbe, y que con su accionar de vida ha llevado a la ridícula realidad de CERO CANDIDATOS O ASPIRANTES FARMACÉUTICOS A LA DECANATURA!

Una Facultad de Farmacia con objetivos claros y firme compromiso con la salud pública, realizándolos, se extendería por todo el territorio patrio (y más allá de las fronteras con los hermanos latinoamericanos y con otros pueblos), creando vocación, incentivando y recogiendo investigación, generando campos de acción motivadores, aventuras desafiantes, para todos sus profesionales… que no tendrían que ir a mendigar a un usurpador un puesto aunque sea de “amparador”, obligado a quebrantar su propia Ley 23.





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